Por: Jonathan Rosas Valderrama
Si alguien nos preguntara qué es la especulación, probablemente responderíamos de forma simple diciendo que se trata de comprar determinados activos cuando estos están baratos y venderlos cuando éstos están caros pero; ¿Cómo saber que activos comprar y en qué momento? La respuesta a esta pregunta ya no es tan simple y nos lleva a la necesidad de analizar el mercado en cuestión y basar nuestra decisión en los resultados obtenidos. Para esto debemos emplear un método enmarcado en el campo del análisis económico y financiero para realizar este estudio; lo que trae consigo ya cierto grado de dificultad, pues la economía no es un ciencia exacta como sabemos, sino una ciencia social, con todo lo que ello implica.
Si alguien nos preguntara qué es la especulación, probablemente responderíamos de forma simple diciendo que se trata de comprar determinados activos cuando estos están baratos y venderlos cuando éstos están caros pero; ¿Cómo saber que activos comprar y en qué momento? La respuesta a esta pregunta ya no es tan simple y nos lleva a la necesidad de analizar el mercado en cuestión y basar nuestra decisión en los resultados obtenidos. Para esto debemos emplear un método enmarcado en el campo del análisis económico y financiero para realizar este estudio; lo que trae consigo ya cierto grado de dificultad, pues la economía no es un ciencia exacta como sabemos, sino una ciencia social, con todo lo que ello implica.
Son los analistas financieros los
encargados oficiales de predecir el comportamiento del mercado. Para esto
emplean diversos métodos pero, en general, suelen utilizar el análisis
fundamental y el análisis técnico. Unas veces aciertan y otras no. ¿Qué quiere
decir esto? Que simplemente, nadie puede decir con total seguridad qué va a
pasar a un determinado plazo en el mercado de valores, pero no cabe duda de que
algunos son capaces de aproximarse bastante más que otros. Puede que el arte de
seleccionar la inversión más adecuada y el momento más propicio reúna algunos
componentes místicos pero, como toda ciencia, también exige un método, y con
independencia de la opinión que se tenga acerca de los analista, las técnicas
de análisis si que han conocido un importante desarrollo y no deben ser ignoradas
por un inversor sensato.
Desgraciadamente aun no se ha
logrado descubrir una regla a la cual el mercado no encuentre una excepción. No
existe, por lo tanto, un método milagroso que aporte beneficios de forma
sistemática. Sin embargo debemos aceptar la necesidad de disponer de algún tipo
de orientación, siempre que se llegue a ella con profesionalismo y seriedad, lo
cual implica también, algo de imaginación y sentido común.
Una vez asimilado el riesgo de
invertir y la cruda realidad de que habrá operaciones que generen pérdidas,
resulta evidente la importancia de modificar rápidamente nuestras posiciones en
el caso de que las cosas sucedan al contrario de lo que habíamos previsto y
existan realmente razones para pensar que estábamos equivocados. La capacidad
mental de ser flexible a la hora de pensar es un requisito indispensable para
tener éxito invirtiendo en el mercado de valores.
No podemos pronosticar la
evolución de la Bolsa sin conocer como los bolsistas formas sus actitudes y que
los mueve a cambiarlas. El comportamiento humano es, en definitiva, el que
aporta consistencia ala mayoría de herramientas del análisis técnico y,
desgraciadamente es algo a lo que apenas se refieren algunos tratados que
tradicionalmente se limitan a describir una serie de figuras, gráficos y
osciladores indicando un grupo de procedimientos que supuestamente nunca
fallan, sin profundizar en la base psicológica que los sustenta y que define
como utilizarlos en cada momento en forma dinámica, adaptándose al mercado en
lugar de pretender que el mercado se adapte a nosotros. En consecuencia, cada
formación chartista tiene una justificación, y si no se conoce, las
probabilidades de equivocarnos y ver algo donde no está pasando nada, son
realmente elevadas.
¿Por qué es importante el factor
humano? La respuesta se encuentra en el propio mercado, que debe entenderse
como una gran manifestación de la interrelación social, sometida a regulación y
control por parte de las autoridades pero, a fin de cuentas, no deja de ser un
reflejo de la psicología humana. La misma cotización de un determinado valor no
es otra cosa que la representación se un consenso, en la medida que define el
importe al que un inversor desea comprar y otro aceptaría vender, y depende,
aparte de las presiones materiales, de las expectativas que los inversores
tienen respecto al futuro.
Finalmente, es necesario tocar el
tema de los programas de software especialmente diseñados para analizar los
mercados de valores. Hay que ser prudentes y conscientes de sus limitaciones.
Si bien es cierto que estos programas permiten observar que ha sucedido con un
determinado valor en el pasado y definir claramente la evolución histórica del
mismo, no debe olvidarse que esto es solo una parte del análisis, una
herramienta más, y no debemos dejar la decisión de inversión en sus manos. No
debemos caer en el error de utilizar de forma indiscriminada las reglas
técnicas sin mirar que hay detrás de ellas.
Los grandes inversores no son grandes por el programa informático que utilizan, sino porque son capaces de entender el mercado, captando todo lo esencial como lo haría un radar, seleccionando cuidadosamente sus inversiones y, por último, controlando sus nervios.
Los grandes inversores no son grandes por el programa informático que utilizan, sino porque son capaces de entender el mercado, captando todo lo esencial como lo haría un radar, seleccionando cuidadosamente sus inversiones y, por último, controlando sus nervios.
Con todo lo expuesto, se pretende
dar una breve introducción al mundo de la especulación en el mercado de
valores, utilizando las diversas herramientas disponibles y sobre todo, el buen
juicio, algo de sentido común e imaginación.
“En toda operación, siempre hay
un incauto. Si no sabe quién es, tal vez es porque sea usted” – Warren Buffet