martes, 18 de septiembre de 2012

¿Cuántos economistas se necesitan para cambiar un foco?

Por: Percy Jonathan Rosas Valderrama

La profesión de “economista” se ha venido escuchando cada vez más en los últimos años, sobre todo por las consecuencias de una crisis financiera originada en Estados Unidos, que ahora se ha trasladado al sector real de muchas economías del mundo, llegando a afectarlas en sus niveles de producción, empleo y que condujo, de una forma irónica y algo cruel, a un endeudamiento cada vez mayor de los gobiernos en su intento por frenarla y darle un impulso a la economía. Bueno, sin ánimos de mencionar a Europa, todo esto es ya historia conocida.

Esta crisis internacional ha reflejado también una crisis en la teoría económica, y se ha otorgado a los economistas cierta culpabilidad, ya sea por acción u omisión, tanto en la formación de la crisis como en la previsión y/o predicción de ésta, y tal parece como si el mundo, sobre todo la prensa y algunos políticos han puesto sobre nuestras espaldas la responsabilidad de darle solución.

Cabe resaltar que sí hubo economistas que predijeron la crisis, pero estas pocas predicciones se perdieron entre un mar de tantas otras que auguraban un periodo de auge económico. Y entonces, surge la pregunta: ¿Por qué los economistas se contradicen tanto, unos a otros, con respecto a la situación futura de la economía? Parece ser la pregunta del millón y suele ser motivo de crítica a la profesión.

Sin embargo, esto no es nuevo, el escritor irlandés, George Bernard Shaw, escribió hace más de un siglo: “si todos los economistas se pusieran uno al lado de otro, no llegarían a una conclusión”, por su parte, Winston Churchill, no se quedó atrás y expresó una inmortal y cómica frase: “Si usted coloca a dos economistas en una habitación, usted obtiene dos opiniones—a menos que uno de ellos sea Lord Keynes, en cuyo caso obtiene tres”. Se dice que la economía es el único campo en el que dos personas pueden obtener un Premio Nobel por decir uno exactamente lo contrario del otro.

Lo cierto es que existen muchas razones por las cuales los economistas pueden diferir sobre un aspecto en específico. Es importante recordar que la economía es una ciencia social, que estudia el comportamiento de los seres humanos con respecto a sus decisiones económicas, por lo tanto no es una ciencia exacta como las matemáticas.
Al enfrentarse ante un mundo extremadamente complejo, como es el de predecir el comportamiento humano, los economistas han de basarse en modelos. Un modelo no es más que una simplificación de la realidad; consiste en seleccionar unas variables que se consideren determinantes y despreciar una multitud de otras que se consideren poco relevantes. En base a estas variables se construye el modelo y, si se ha acertado en su elección, el modelo nos permitirá predecir el comportamiento humano en relación a una actividad económica específica.

Hasta ahora, todo se ve muy fácil, muy simple, pero el modelo incluye un componente estocástico que recoge todos los errores o variables no especificadas en él. Y hay veces, haaay veces en las que este componente suele ser el que explique en gran medida el fenómeno económico. Esto hace que en muchos casos las teorías y pronósticos económicos tengan fallos.
Para terminar y responder la pregunta que se planteó al inicio. ¿Cuántos economistas se necesitan para cambiar un foco?

Bueno, la respuesta es… depende.

Si hay dos y son de la escuela de Chicago, indudablemente seguirán ambos a oscuras (esperando que sea el mercado el que lo arregle). Si esa pareja fuera partidaria de Adam Smith, ambos verán una mano invisible pasar y no es seguro que la mano invisible se encargue de cambiar el foco, pero al menos cada uno confesará al otro haber visto una mano invisible. Si la pareja de economistas fuera partidaria de corregir el mercado, requerirán que un tercero cambie la bombilla, preferiblemente alguien no economista. Si fueran ambos decididamente keynesianos podría ser que lograran cambiar el foco tras construir varias fábricas de bombillas en los alrededores o más allá. Y si los dos economistas fueran de diferente tendencia, mejor que no se les queme el foco; ni pensarlo.

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